**¿Por qué importa esto?**
El conflicto interno en la Democracia Cristiana refleja la tensión entre figuras históricas y nuevas dirigencias. Las acusaciones públicas de Rincón exponen fracturas en la centroizquierda y podrían afectar su unidad ante futuras elecciones. Además, revela cómo las reglas de competencia electoral son usadas como armas políticas.
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**Rincón acusa «juego sucio» en su inhabilitación al Senado y desata crisis en la DC**
La senadora Ximena Rincón (Demócratas) encendió la polémica al calificar su inhabilitación para la reelección como un «hecho político grave», sugiriendo que sus contendores buscan «ganar por secretaría». Sus críticas apuntaron directamente a la presidenta del PS, Paulina Vodanovic, y al senador DC Francisco Huenchumilla, excompañero de partido.
La respuesta de la Democracia Cristiana no se hizo esperar. Alejandra Krauss, secretaria general del partido, tachó las declaraciones de «inaceptables» y «tendenciosas». Krauss insistió en que los reclamos deben canalizarse por vías legales —ante el Tricel— y no mediante acusaciones públicas. «No pretenda revestir su posición con afirmaciones erradas», señaló con dureza.
Desde otros sectores políticos también llegaron reacciones. Bárbara Figueroa (PC) advirtió que el discurso de Rincón podría derivar en un «juego destructivo», mientras que Isidro Solís (Amarillos) comparó su frustración con la de cualquier candidato afectado por interpretaciones legales estrictas. Luis Pardo (RN), aunque crítico de su forma, descartó un trasfondo político en la decisión judicial.
La pulseada al interior de la centroizquierda queda al descubierto, mostrando que las tensiones por cupos y competencia electoral siguen vigentes, incluso entre exaliados.
