**POR QUÉ ESTO IMPORTA**
Un niño de 7 años hereda una fortuna que lo ubica entre los 20 más ricos de Chile. Este caso ejemplifica cómo la riqueza extrema se concentra y traspasa sin mérito alguno, perpetuando desigualdades que afectan la democracia, la movilidad social y la justicia económica en el país.
—
**EL PEQUEÑO OLIGARCA: CUANDO LA FORTUNA SE HEREDA ANTES DE APRENDER A LEER**
Hans Paulmann, de solo siete años, acaba de convertirse en uno de los veinte chilenos más ricos. Tras la muerte de su padre, Horst Paulmann —dueño de una de las mayores fortunas del país—, el pequeño heredó el 62,5% de un patrimonio estimado en tres billones de dólares. Según el testamento, esta distribución buscaba reducir impuestos hereditarios, una práctica común en familias de alto patrimonio.
La herencia de Hans, calculada en 1,3 billones de dólares después de impuestos, equivale a $1.300.000.000.000 en pesos chilenos. Para dimensionar esta cifra: si viviera 100 años y su dinero generara un 3% anual de intereses, podría recibir más de $3.000 millones mensuales sin tocar el capital.
Expertos como Jeffrey Winters, autor de *Oligarquía*, explican que casos como este reflejan un sistema donde pequeños grupos defienden su riqueza y poder, independiente del régimen político. En Chile, el 1% más rico concentra cerca del 33% de los ingresos nacionales, según estudios citados por CIPER.
Este nivel de concentración afecta al menos tres áreas clave:
– **Política**: Grandes fortunas influyen en elecciones y políticas a través de financiamiento o candidaturas directas.
– **Ética**: Se debilita el discurso del «mérito» cuando el apellido y las redes determinan oportunidades.
– **Socioeconomía**: Empresas gigantes pagan menos impuestos que pequeños emprendedores, profundizando la desigualdad.
El caso de Hans no es solo una curiosidad: es un recordatorio de cómo la riqueza se hereda y protege, generando malestar en una sociedad que exige mayor justicia y oportunidades para todos.