**Por Claudia Molina B. | FACTOS. Opinión**
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### ¿POR QUÉ IMPORTA ESTO?
En Chile las elecciones ya no se ganan solo con propuestas. Lo que define los resultados es la narrativa que se instala en la gente. Quien controla el relato sobre el miedo, el orden o la delincuencia, controla el voto popular. Esto explica por qué triunfan campañas que apelan a las emociones más que a los programas de gobierno.
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### LA VICTORIA DEL RELATO SOBRE LA REALIDAD
Lo que vivimos este 16 de noviembre no fue solo una elección más. Fue el triunfo de una historia que se viene construyendo hace años: la del «orden contra el caos». Mientras la izquierda hablaba de programas y cifras, la derecha entendió algo clave: en política, lo que la gente siente pesa más que lo que piensa.
Desde el estallido de 2019, un sector logró cambiarle el significado a la protesta social. Lo que partió como un reclamo por desigualdad y abusos, fue transformado en el imaginario colectivo como «violencia delincuencial». Así, cualquier expresión de descontento empezó a ser leída como amenaza a la seguridad.
El progresismo cometió un error fatal: le dejó el micrófono al adversario. En vez de defender el derecho a protestar o explicar las causas reales del malestar, se enredó en debates técnicos que a nadie interesan. Mientras tanto, el relato del miedo se colaba en las poblaciones, las micros y las sobremesas familiares.
La imagen que resume esta elección fue un candidato cerrando su campaña detrás de un vidrio blindado. No era solo protección física: era el símbolo perfecto de su mensaje. «Yo estoy aquí adentro porque afuera está el peligro». Esa idea, repetida hasta el cansancio, caló hondo en un país cansado de violencia callejera.
El problema es que cuando aceptamos que protestar es delincuir, que cantar en la calle es desorden y que cualquier reclamo social es «octubrismo», perdemos algo esencial: la capacidad de distinguir entre lo que es un derecho y lo que es un delito.
Las encuestas fallaron porque midieron intenciones de voto, pero no midieron el miedo. Y el miedo, cuando se instala, vota más que la razón. Lo que queda claro es que en Chile hoy no gobierna quien tiene las mejores ideas, sino quien cuenta la historia que más gente quiere creer.
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*Artículo de opinión basado en análisis político. Las interpretaciones corresponden a la autora.*