**POR QUÉ IMPORTA:**
El estado de emergencia en Perú nos muestra lo frágil que es el orden en cualquier país sudamericano. Lo que pasa en Lima hoy podría repetirse en Santiago mañana. La restricción de derechos constitucionales y la militarización de calles nos recuerdan que la estabilidad política no es eterna. Los chilenos debemos estar atentos: las crisis vecinas siempre nos afectan.
—
**PERÚ DECLARA EMERGENCIA: MILITARES EN CALLES DE LIMA**
Desde anoche, Lima y el puerto de Callao viven bajo estado de emergencia por 30 días. El presidente interino José Jerí firmó el decreto que limita derechos básicos como reunirse libremente y circular sin controles. La medida busca frenar la ola de protestas y delitos que sacude al país vecino.
Carabineros peruanos y Fuerzas Armadas patrullarán las calles con poder ampliado. Podrán hacer controles de identidad masivos, revisar vehículos y allanar casas sin orden judicial. Las motos con dos adultos quedaron prohibidas -táctica usada contra delincuentes- y habrá decomiso de autos con papeles truchos.
La medida apunta directamente a las marchas antigubernamentales convocadas para este sábado. Ahora, cualquier evento que junte más gente necesitará permiso especial. Los operativos se concentrarán en paraderos y estaciones de metro, donde suelen comenzar las protestas.
El gobierno peruano también aplicará pruebas de polígrafo a guardias de cárceles y funcionarios, buscando filtrar posibles colaboradores del crimen organizado. Fiscalías recibirán más recursos para investigar delitos flagrantes, mientras jueces y fiscales contarán con protección especial.
El contexto es clave: la «Generación Z» peruana lleva semanas protestando con símbolos culturales contra el gobierno y el hampa. Los choques ya dejaron más de 100 heridos y un muerto. Lima se paraliza mientras Chile observa con atención -sabiendo que la inestabilidad vecina siempre termina cruzando la cordillera.