**¿Por qué importa esto?**
El silencio de la UDI frente a declaraciones que relativizan la dictadura revela una resistencia a asumir su historia. Esto no es solo un debate político, sino una cuestión ética que afecta la memoria de las víctimas y la confianza en nuestra democracia. Quienes aspiran a gobernar no pueden eludir su pasado.
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**La Noticia**
El presidente de la UDI, Guillermo Ramírez, evitó responder en CNN Chile sobre las polémicas declaraciones del empresario Juan Sutil, quien defendió que el régimen de Pinochet no fue una dictadura porque «entregó el poder». Frente a la pregunta directa de la periodista Mónica Rincón, Ramírez optó por el silencio y desvió el tema, generando críticas por la falta de claridad de su partido.
Este episodio dejó en evidencia la tensión interna en la derecha chilena, especialmente en sectores que buscan proyectarse como modernos pero se resisten a condenar abiertamente el pasado autoritario. La UDI, fundada durante la dictadura, aún arrastra una deuda histórica: reconocer sin ambigüedades su vínculo con un régimen que violó derechos humanos.
El silencio de Ramírez no es neutral. Para muchos, es una señal de complicidad con discursos que minimizan los crímenes de la época. En un país que aún lucha por sanar sus heridas, esta actitud no solo divide, sino que debilita la confianza en las instituciones. La memoria no es negociable, y la democracia exige coherencia entre el discurso y los hechos.